Caminando Juntos .....
....hacia el Capítulo General 2013
27 Nov.
POBRES QUE COMPARTEN SUS BIENES
En la milicia cristiana no van a humillarse por piedad los ricos, para que se engrían por orgullo los pobres. No es de recibo que en esta vida, en la que se hacen laboriosos los senadores, se hagan ociosos los obreros; y que aquí, adonde llegan los señores de las haciendas, dejando sus comodidades, se hagan exigentes y cómodos los simples campesinos.
De Opere Monachorum 25,33
Mediante la comunión de bienes damos testimonio de que estamos inmersos en un amor tal que ya no busca lo propio, sino más bien lo común, y antepone lo común a lo propio y no al revés. De donde se sigue que la mayor riqueza de la comunidad agustiniana es “la grande y abundantísima riqueza común, que es el mismo Dios”. Debemos, por tanto, cultivar rigurosamente la pobreza y expresarla en formas nuevas más adecuadas a la comprensión de la sociedad moderna o a las diversas culturas. No basta depender del permiso del Prior en el uso de los bienes, sino que es preciso que seamos pobres “realmente y en el espíritu” (cf. Mt 5, 3), ya que nuestro tesoro está en el cielo (cf. Mt 6,20).
Const.66
La unidad de almas y corazones en comunidad se está fundamentada en la
búsqueda del bien común. Compartir los bienes materiales en común es sólo un
primer paso que inicia y expresa la dinámica de una vida en común. Pero
compartir también prepara y educa el corazón para dejar a un lado el amor a lo
privado que nos priva de la comunión con los demás (Gen ad lit. 11,15,19).
Nuestra vida agustiniana abraza la pobreza como una disposición del
corazón libre del deseo de las cosas materiales (CC 65) y expresa esta libertad
en la medida en que es capaz de compartir también otros bienes como sueños,
proyectos, relaciones, misiones, tareas, problemas, dones espirituales e
intelectuales, etc.
¿Qué bienes – materiales o de otro tipo – no me siento capaz de poderlos
compartir con la comunidad?
¿Todavía es válido el criterio de que nuestras comunidades tendrían que
“mantener un nivel de vida algo más modesto que el de la gente a
quienes se dirige nuestro servicio”.(CGI74, 77)?
Puedes compartir tus reflexiones
por email: [email protected]
en el blog http://dreamosa.weebly.com/
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27 Nov.
POBRES QUE COMPARTEN SUS BIENES
En la milicia cristiana no van a humillarse por piedad los ricos, para que se engrían por orgullo los pobres. No es de recibo que en esta vida, en la que se hacen laboriosos los senadores, se hagan ociosos los obreros; y que aquí, adonde llegan los señores de las haciendas, dejando sus comodidades, se hagan exigentes y cómodos los simples campesinos.
De Opere Monachorum 25,33
Mediante la comunión de bienes damos testimonio de que estamos inmersos en un amor tal que ya no busca lo propio, sino más bien lo común, y antepone lo común a lo propio y no al revés. De donde se sigue que la mayor riqueza de la comunidad agustiniana es “la grande y abundantísima riqueza común, que es el mismo Dios”. Debemos, por tanto, cultivar rigurosamente la pobreza y expresarla en formas nuevas más adecuadas a la comprensión de la sociedad moderna o a las diversas culturas. No basta depender del permiso del Prior en el uso de los bienes, sino que es preciso que seamos pobres “realmente y en el espíritu” (cf. Mt 5, 3), ya que nuestro tesoro está en el cielo (cf. Mt 6,20).
Const.66
La unidad de almas y corazones en comunidad se está fundamentada en la
búsqueda del bien común. Compartir los bienes materiales en común es sólo un
primer paso que inicia y expresa la dinámica de una vida en común. Pero
compartir también prepara y educa el corazón para dejar a un lado el amor a lo
privado que nos priva de la comunión con los demás (Gen ad lit. 11,15,19).
Nuestra vida agustiniana abraza la pobreza como una disposición del
corazón libre del deseo de las cosas materiales (CC 65) y expresa esta libertad
en la medida en que es capaz de compartir también otros bienes como sueños,
proyectos, relaciones, misiones, tareas, problemas, dones espirituales e
intelectuales, etc.
¿Qué bienes – materiales o de otro tipo – no me siento capaz de poderlos
compartir con la comunidad?
¿Todavía es válido el criterio de que nuestras comunidades tendrían que
“mantener un nivel de vida algo más modesto que el de la gente a
quienes se dirige nuestro servicio”.(CGI74, 77)?
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